LA ALGARROBA, el chocolate de Eivissa
Valorizando variedades locales, construyendo soberanía alimentaria
Artículo de Hazel Morgan para la revista Sobirania Alimentaria.
Foto de cocinillas
La algarroba es un cultivo típico de
Eivissa (Baleares) utilizado tradicionalmente para la alimentación de
los animales domésticos. La recuperación de su cultivo y la puesta en
valor de sus usos tradicionales son un ejemplo de promoción de la
soberanía alimentaria en las islas frente al avance de otros sectores
como el turístico y la construcción que provocan la dependencia de la
población, el abandono de la actividad agraria y la destrucción del
paisaje.
En tiempos pasados, las algarrobas
servían habitualmente para alimentar a los animales domésticos: las
cabras y ovejas, el cerdo y la mula, de los que dependía cada familia
ibicenca. En otoño, todos los miembros de la familia y algún vecino se
juntaban durante varias jornadas para recoger la fruta del algarrobo,
árboles abundantes en los campos de secano de la isla.
El algarrobo (Ceratonia siliqua L.)
pertenece a la familia de las leguminosas y posee características
nutritivas muy interesantes. Es un cultivo de fácil mantenimiento,
adaptado al clima mediterráneo y suelos pobres. Además, no es sensible a
las plagas y no requiere de un tratamiento especial, siendo la única
inversión, el tiempo.
Pero a pesar de su facilidad de cultivo,
en los últimos treinta años se han perdido varios miles de hectáreas
plantadas de algarrobos en las islas de Mallorca e Ibiza. Hace 50
años, gran parte de la población de Ibiza participaba en las actividades
rurales agrícolas. En la actualidad el 20% de la población vive en el
campo, pero menos de 1% se dedica profesionalmente a la actividad
agraria. En sólo 50 años, la isla ha pasado de un modelo autosuficiente,
un verdadero ejemplo de soberanía alimentaria funcional, sostenible e
independiente de influencias ajenas, a un modelo moderno, artificial y
totalmente dependiente de las importaciones de alimentos. El boom
turístico y el consecuente abandono del campo han provocado la
desaparición de las actividades y tradiciones rurales, afectando al
característico paisaje agrario de las islas y a la imagen del propio
agricultor o agricultora. Quedaron pocos animales de granja a los que
alimentar y los bajos precios del mercado no compensaron el esfuerzo de
la recolección de las algarrobas.
Curiosamente, no obstante, actualmente,
en los países nórdicos la demanda de productos hechos de algarroba
continúa creciendo. La salud y una dieta sana preocupan cada vez más a
la ciudadanía de aquellos países. Muy valorada por sus propiedades y
valiosos nutrientes, la pulpa de algarroba tiene la siguiente
composición alimentaria: 50% de hidratos de carbono, sacarosa, glucosa y
fructosa, 10% de proteína y vitaminas del grupo B, beta-caroteno,
minerales (potasio, el fósforo, el magnesio, el calcio, el silicio y el
hierro). La pulpa de la algarroba es un delicioso sustituto del
chocolate y, para las personas que deben restringir el consumo de azúcar
y grasas, es la alternativa recomendada.
Esta revaloración nutritiva de la
algarroba como alimento de consumo humano no se refleja en nuestro país,
donde el fruto carga con una injusta mala imagen. Al ser
tradicionalmente alimento animal, es difícil que tenga aceptación para
el consumo humano, especialmente porque durante épocas de carestía y,
recientemente la posguerra, la población las empleaba como sustituto
barato de varios alimentos. La memoria histórica de la población asocia
la algarroba con estos tiempos difíciles, cuyas dimensiones
conflictivas, emocionales y físicas han dejado múltiples secuelas.
Pero el campo requiere soluciones y esta
creciente demanda de productos derivados de la algarroba es sin duda una
oportunidad que no se debe dejar pasar. Según una compañía de envasado
con base en Cataluña, actualmente se tiene que cubrir parte de la
demanda existente de harina de algarroba ecológica con importaciones de
Italia. Esto demuestra que es necesario y posible promover el consumo
local y reconstruir las relaciones entre población proveedora y
población consumidora, y entre campo y ciudad.
La transformación de la algarroba en
distintos productos alimentarios es un paso importante para introducir
el producto en los mercados locales. En este sentido Amics de la Terra
inició hace cuatro años una campaña para cambiar la percepción de la
algarroba y, a su vez, aumentar la demanda de productos derivados de
ésta. Se comenzó ofreciendo degustaciones de pastel elaborado con harina
de algarroba en forma de juego, proponiendo al público adivinar el
ingrediente secreto del pastel, dándoles sólo una pista: “que proviene
del campo de Ibiza”. El sabor de la harina de algarroba es casi
indistinguible y similar a la del chocolate. Así, al descubrirlo, los
miembros del público se sorprendían y muchos acababan pidiendo la
receta. En todas las ferias, talleres escolares y en cualquier
oportunidad se repite la acción junto a una recogida de firmas en la que
se pide a la administración la financiación de un molino y línea de
transformación de las algarrobas para harina de consumo humano. Se
establecieron a su vez contactos con responsables políticos y
cooperativas agrícolas para explicarles esta iniciativa.
Hoy en día, parece que las cosas han
comenzado a cambiar. Hace pocos meses se puso en marcha un estudio de
viabilidad del aprovechamiento de la algarroba para el consumo humano
apoyado por todas las administraciones e intereses afectados. Si el
estudio da un resultado positivo, el siguiente paso será la creación de
una pequeña industria de transformación local. Los y las agricultores
de la isla deben recibir un precio justo por el producto para que la
producción de algarroba sea rentable, Pep “Bernadet”, Presidente de la
Cooperativa de Sant Antoni opina que «si el precio de la algarroba
fuese 50 céntimos el kilo, los árboles se cuidarían mejor y además
incentivaría la conversión de las fincas a la producción ecológica…
¡sería una maravilla!»
El modelo agroindustrial dominante ha
provocado prácticamente la desaparición de la agricultura en las Islas
Baleares. Mediante iniciativas como esta Amics da Terra defiende y
promueve la soberanía alimentaria local como alternativa: el uso de
variedades locales tradicionales, la valorización de la agricultura
campesina y la promoción del comercio local son algunas de las
herramientas para conseguirlo.
Hazel Morgan es Presidenta de Amics de la Terra Eivissa
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